No
sé desde cuándo padezco hidrocefalia. El caso es que, con 19 años y estudiando segundo
de Medicina, me fui a esquiar con unos amigos. Era el segundo día de esquí
cuando todo lo que recuerdo es ir esquiando por una pista azul y, a
continuación, estar rodeado de mis amigos en la cafetería de la estación de
esquí preguntándome si estaba bien (y yo, viendo las estrellas, literalmente).
No había perdido la consciencia, y no era la primera vez que me sucedía, ya que
seis años atrás había tenido otro percance similar patinando sobre hielo
(malditos deportes de invierno). Mis amigos me llevaron al hospital, donde me
hicieron unas placas y me tuvieron algo más de un día en observación. Volvimos
del viaje y la semana siguiente transcurrió con normalidad, pero, pasada ésta, de
madrugada una noche tenía el estómago revuelto y me levanté para ir al cuarto
de baño por si vomitaba. Mi madre, que como todas las madres duerme con un ojo
abierto, se levantó para ver qué me pasaba y me encontró tendido en el suelo,
rígido e inconsciente. Entre mi padre y mi hermano me llevaron a la cama y, en
ese instante, recuperé la consciencia.
A
la mañana siguiente nos fuimos al hospital. Yo me encontraba perfectamente,
como antes de todo lo sucedido. Me empezaron a hacer exploraciones, pruebas, y,
por fin, una resonancia magnética. Puedo decir que ninguna imagen de las que he
podido ver en internet es tan exagerada como la que yo recuerdo de aquella
resonancia. La sustancia gris y blanca de mi cerebro estaba comprimida y los ventrículos
totalmente dilatados. Me diagnosticaron hidrocefalia por estenosis del
acueducto de Silvio. No saben cuándo se me produjo, e indicaron que era posible
que lo tuviese prácticamente desde los primeros días o meses de vida y que
hubiese permanecido estable hasta aquel momento.
Pero,
¿cómo se explica que pudiera pasar desapercibido tanto tiempo? Nuestro
organismo tiene una capacidad de adaptación increíble, siendo capaz de
autorregularse para equilibrar situaciones realmente anómalas. En este caso, con la hidrocefalia, la producción de líquido cefalorraquídeo disminuye
al tiempo que se incrementa la absorción, con lo que la situación se estabiliza
y da lugar a una hidrocefalia compensada. Sin embargo, un traumatismo puede
desestabilizar ese estado y provocar, como pudo ser mi caso. Cierto es que tuve síntomas antes de esto, como las jaquecas, pero al tener familia con migrañas nunca lo asocié a nada especial. También dolor de cabeza tras esfuerzo abdominal o acúfenos, pero nunca le di una importancia mayor pese a que, a toro pasado me parece evidente, pudiese ser síntoma de hipertensión intracraneal. Supongo que no hay más ciego que el que no quiere ver...
Os
espero para contaros el próximo capítulo.